Comenzó a practicarse en los colegios. El escenario
ideal era el patio durante los recreos. Esto fue durante los años 20, o quizás,
incluso antes, pero desde entonces ha demostrado ser un deporte atractivo para
los atletas ciegos. En resumen, un reto. No importaba el tamaño de la pelota o
el material del que está hecho, lo único que realmente importa es que se
escuchara, marcar goles y divertirse.
El futsal de ciegos, creció condicionado por
lo reducidos espacios que los colegios destinaban al deporte, aunque en grandes
superficies se diluía el juego, la orientación y perdía ritmo el partido. Con
las adaptaciones necesarias aporta mayor dinamismo al juego por sus reducidas
dimensiones y por las vallas laterales que además de permitir jugar
ininterrumpidamente sin tanto saque de banda, son un elemento de orientación y
seguridad para el jugador El portero es vidente y tiene limitada su
maniobrabilidad a una pequeña zona dentro del área de penalti. Un guía detrás
de la portería orienta a los jugadores.
Existen choques pero no más que en un partido
de videntes, teniendo en cuenta que es un deporte en donde el contacto con el
rival es constante y ocho jugadores disputan un balón en unas dimensiones de
veinte por cuarenta metros.
Al hablar de futsal de ciegos, hablamos de
habilidad para manejar un elemento externo, (el balón), que requiere técnica,
orientación, dominio espacial y corporal. Este deporte exige una coordinación
para el regate, el disparo a puerta y para no perder el orden táctico. En 1986,
se disputó el primer Campeonato de España de futsal con un gran éxito en aquel
momento. Desde entonces se viene desarrollando un calendario nacional que
ofrece más de trescientos partidos anuales, que permiten sacar conclusiones
respecto al reglamento con un mínimo índice de lesiones y accidentes.
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